domingo, 29 de julio de 2012

Experiencias


    
    A partir de la crisis del 2001, mi tía Susana sufrió una mala situación económica. Por ese motivo, ella se vio en la obligación de irse fuera del país para salir de esa circunstancia. Junto con su marido, tomó la decisión de partir.   

  Ambos se dirigieron a Europa, más precisamente a Italia, y dejaron a sus dos hijos en Argentina, al cuidado de los abuelos. Se fueron desconociendo el idioma del país, lo cual les ocasionó al principio grandes dificultades para relacionarse y para ubicarse en el lugar. Por tal motivo, conseguir un trabajo no les fue nada fácil, pero con el tiempo, dada la gran necesidad de establecerse y recuperarse económicamente, lograron juntos encontrar el ansiado  trabajo y una vivienda digna para comenzar a no sólo vivir sino también a planificar el regreso a la Argentina, para buscar a sus dos hijos y así integrar la familia en este nuevo país.

    Felizmente, pudieron llevar  a cabo sus planes a corto plazo. Sin embargo,  la situación les volvió a ocasionar un nuevo desafío económico y de inserción social, ya que sus hijos debían escolarizarse. Debieron entonces reubicarse en otra zona en donde se encontraba el colegio para los niños. 

   Fueron momentos de mucha incertidumbre y de una dura lucha, pero al cabo de un tiempo, nuevamente a costa de grandes sacrificios,  lograron establecerse económica y socialmente.

    Obtuvieron además la ciudadanía italiana, motivo por el cual sus trabajos pudieron mejorar aun más, y la experiencia y el aprendizaje de esta nueva cultura pudieron ser incorporados con mayor facilidad.
  

    Sin embargo, con el pasar del tiempo, la situación en Italia y en Europa fue desfavoreciendo económicamente a ese país y a sus habitantes. Por ese motivo, muchos inmigrantes se vieron obligados a regresar a sus respectivos países o a partir nuevamente hacia otros lugares que les ofreciera un mejor pasar económico.



     Con respecto al caso al cual me estoy refiriendo, mi tía y su familia tuvieron que volver a la Argentina, para empezar nuevamente  desde cero  en su país natal. Acá ellos pudieron remontar su situación y ahora, en la actualidad, ellos  finalmente están económicamente bien y lo más importante es sin dudas que cuentan con la contención y el apoyo de toda la familia.


Rubén López Cecconato - 2012 © all rights reserved

Momentos difíciles


      En el año 2010 mi papá sufrió una endocarditis bacteriana que le afectó la válvula aorta del corazón. Por ese motivo mi mamá, para poder pagar los altos costos correspondientes a los estudios de alta complejidad que le realizaron en el Hospital Italiano, tuvo que recurrir a una casa de préstamos.
     Fue por ello que la economía familiar se vio afectada seriamente, ya que no alcanzaba el dinero para pagar los gastos habituales incluyendo la luz, el gas, el agua, etc.
     La obra social a la que pertenece mi padre solo  cubría una parte de los estudios que le realizaban... y el resto lo tuvo que abonar mi familia en efectivo.  Los estudios se llevaban a cabo con mucha frecuencia: hasta ocho por mes.
     Él estuvo internado durante cuatro meses; dos veces en el Hospital Militar y otros dos en el Hospital del Carmen. Por último, fue derivado al Hospital Italiano donde  fue operado finalmente.
     Unos días antes de esa cirugía, fuimos visitados en nuestra casa por una asistente social ya que un requisito para poder efectuar la operación consistía en tener la vivienda del paciente en muy buenas condiciones. Por eso, ella controló que la casa estuviera pintada, libre de polvo y de hongos. Especialmente, nos recomendó entonces la limpieza de los pisos y del baño. Esto nos sumó otro gasto extra, pues debíamos colocar abundante desinfectante todos los días.
     Pero, para colmo, otro motivo que empeoró la situación fue que, durante y después de la operación, a mi padre no le pagaban el 100 % de su sueldo porque no se hallaba en actividad laboral.
     Fueron tiempos difíciles para la familia...Sin embargo, permanecimos unidos y trabajamos en conjunto. De ese modo, se pudieron dejar atrás las dificultades y salimos adelante.
     Actualmente,  se ha podido estabilizar un poco nuestra situación económica. Lo que me llena de satisfacción en estos momentos es que mi papá está en excelentes condiciones de salud, pues hoy lleva su vida cotidiana de un modo normal, que es lo más importante de todo.


                                              F. Puga (5to. 2da.-Escuela Normal) - 2012 © all rights reserved

La Estafa


 
Hacia 1970, mi abuelo y bisabuelo paternos tenían montada una gran metalúrgica que estaba ubicada en Av. Godoy Cruz y Chile, en la ciudad de Mendoza. Era una de las más grandes y conocidas de la ciudad. En efecto, ellos fabricaron muchas obras como las barandas del Zanjón Frías y las persianas metálicas de diversas escuelas y edificios.

Mi bisabuelo, Teodoro Raganato, falleció en el año 1985 y mi abuelo, Ángel Raganato, heredo toda la empresa y quedó así, de un día para el otro, toda la responsabilidad en sus manos.

Todo iba bien administrado y gerenciado por Ángel; es más: cada día mejoraba, pues siempre estaba involucrado con grandes empresarios.

Hasta que un desgraciado día, llegó uno de sus compañeros de negocios y le pidió que le prestara su firma.
 -¡Benenati!- Saludó a mi abuelo.

-¡Raganato!- Dijo al querido amigo y continuó:

-¡Benenati!- Quiero que me prestes tu firma, pues debo dinero al Banco.

-¡Raganato!- ¿Y es mucho el dinero que debes?

-¡Benenati!- Si, bastante pero ya lo tengo casi todo, te prometo que lo voy a pagar, no vas a tener problemas.

-¡Raganato!- Bueno esta bien, trata de pagar a tiempo así no me meto en problemas con el Banco.

-¡Benenati!- Gracias, vos siempre tan atento.

-¡Raganato!- No es nada, siempre y cuando pagues jajajajaja…

 Resulta que los días pasaban y el Sr. Benenati no daba señales de vida, Talino lo buscaba tratando de contactarlo, sin conseguir respuesta alguna.
Cumplido el plazo de pago y con el Sr. Benenati prófugo, los cobradores del Banco comenzaron a ir periódicamente a cobrar el dinero que se adeudaba.

Sin conseguir respuestas de su compañero, Ángel se hizo cargo de la deuda, le embargaron el Taller con toda su maquinaria, también 6 propiedades, 5 vehículos y 3 motos. Solo le dejaron la casa en la que vivía su familia, compuesta por su mujer y 5 hijos.

Sin trabajo, sin Taller y sin esperanzas, quedando de un día para el otro en la calle, tubo que salir en busca de trabajo para poder mantener a su familia.

Después de varias semanas sin empleo, por medio de un contacto de su vieja empresa, consiguió un empleo como contratista y cobrador en una empresa petrolera; ese empleo era perfecto para lo que el necesitaba, el único y gran inconveniente era que la empresa petrolera estaba montada en la Provincia de Jujuy. Tomando esa gran decisión se fue a vivir y a trabajar a esa alejada Provincia, dejando a toda su familia en Mendoza.

Después de haber trabajado hasta desde el año 1988 hasta el año 2001, la empresa se fundió y Talino regreso a Mendoza, con el dinero de la indemnización compro una propiedad y que hasta el día de hoy la tiene.

Hoy vive tranquilo, sin deudas. Seguramente no vive como el aspiraba cuando trabajaba en su Taller, en fin, vive como jubilado y bien acompañado por su familia, compuesta por su mujer, 5 hijos y 16 nietos, que lo acompañan día a día ya que nunca pudo olvidar esa gran estafa propiciada por quien se hacia llamar “amigo” y “compañero”.


Historia Verídica.

 Juan Raganato 5º 2ª  Escuela Normal “Tomas Godoy Cruz”.

Decisiones


En el año 2008, en mi casa sufrimos problemas económicos, puesto que el salario de mis padres no era suficiente como para pagar ciertas deudas que habíamos contraído y como para alimentarnos bien. 

Yo, como hijo mayor, decidí conseguir un oficio que alivianara algo esta difícil situación. Me puse a reciclar cobre, pero era un trabajo tan insoportable que resistí solo dos días y luego lo dejé.
A la semana siguiente, me visitó un amigo a quien saludé:
 -¿Cómo andamos?
-Y…acá estoy...cansado.
-¿Por qué?
-Vengo de trabajar.
-¿En serio? ¿En qué?
-En el golf, como caddie. Es bastante simple: les llevo los palos a viejos con mucho dinero y ellos me dan $10.
-¡Ah! ¿Y siguen necesitando caddies?
-Claro que sí- me aseguró él.
Al otro día, fui al club y hablé con el encargado:
-¡Buenos días, señor!
-¡Buenos días, joven!
-Le vengo a preguntar si necesitan gente para trabajar como caddie.
-Es una changa más, porque hay días en los que se gana bien, pero otros en que no verás ni una moneda.
De todos modos, me decidí y tomé el empleo.
Las primeras semanas había ganado muy poco dinero: tan solo $35. Pero, en vez de desilusionarme, yo estaba feliz porque podía ayudar de algún modo a mi familia.
Así estuve trabajando dos años, hasta que descubrí mi pasión por ese deporte.
Con la ayuda de otro amigo, me decidí a ser socio-jugador. En efecto, este amigo y su abuelo me regalaron en un momento dado $2500 para que yo pudiera pagar mi inscripción al club y, desde entonces hasta el día de hoy, he jugado golf y he llegado a representar a Mendoza en este deporte, a nivel regional.   



Maximiliano Urtubia