domingo, 23 de septiembre de 2012

El alma de ser emprendedor



 En el año 2011 había en Argentina una gran crisis económica; comenzaba a haber una alta tasa  de desempleo y esto generaba un descontento social.


Los ciudadanos manifestaban su descontento por las elevadas subas de precios en los alimentos básicos como  las carnes, verduras y frutas; y en la vestimenta. Todo aumentaba y el INDEC lo desmentía contando en sus informes que cada persona se alimentaba con $6 diarios.

Frente a esta situación la gente se alborotaba y la sociedad se escandalizaba. Pero Pedro; un adolescente de quince años, viendo todo lo que sucedía día a día, le propuso a su familia que comenzara a comprar lo menos posible en el mercado capitalista de ese momento.

Sus padres no lo creían posible ya que estaban muy acostumbrados a ir, comprar y tener, y le dijeron que eso sería muy difícil.

Pedro al principio se puso muy triste pero luego se puso a pensar y decidió demostrarles que estaban equivocados y que si ellos querían se podía.

Esa misma mañana, a las nueve se fue caminando hasta una empresa agroquímica que quedaba a veinte cuadras de su casa y compró semillas de tomate y lechuga.

Cuando volvía a su gran casa iba pensando como organizar la pequeña huerta. Se le ocurrió poner en las dos hileras de la izquierda la lechuga y en las dos de la derecha el tomate, iba a conectar dos mangueras así se regarían  más rápido los surcos.


 Llegó exhausto a la casa de la esquina pero estaba convencido de que el mercado capitalista ya no tenía por qué robarles más plata que apenas entró, subió corriendo las escaleras y se dirigió a su cuarto que era la última habitación del pasillo a la derecha.

Revolvió todo su placar hasta encontrar la ropa que podía ensuciar y que sabía que no se arruinaría.

Después de una media hora encontró su jogging negro y la remera blanca que siempre usaba para trabajar; se puso unas zapatillas  viejas y se fue al patio dispuesto a crear su fructífera huerta.

Hizo los surcos y plantó sus semillas. A la semana ya comenzaban a aparecer  las primeras plantitas de lechuga y uno que otro tomate; Pedro estaba muy contento y sus padres no lo podían creer.

Desde ese día empezaron a confiar en él y ya no compraron verduras en  ninguna verdulería del lugar. A Marisa, la madre de  Pedro se le ocurrió empezar a tejer suéteres y pulóveres para crear una empresa familiar y así poder sustentar los gastos que generaba la economía doméstica.


Llegó la hora de almorzar; mientras comían, comenzaron a buscar un nombre para la empresa familiar, previeron cuánta lana tenían que comprar, qué cosas tenían que comprar, cuánto tiempo tardarían en tejerlos y en qué precios tenían que venderlos para que la gente los comprara, ellos pudieran recuperar la plata invertida y les quedara un porcentaje de ganancia.

Desde ese día trabajaron todo el mes en el emprendimiento familiar. Marisa compró la lana y tejía todas las noches, su esposo Juan hacía las compras y Pedro se encargaba de pintar de color verde agua la habitación que daba a la calle Perito Moreno.


Al cabo de dos semanas  ya tenían montado el negocio y comenzaron a hacer las distintas publicidades que iban desde las más sencillas que eran panfletos hasta las más complejas que eran carteles en papelería española.

El 10 de abril se le levantaron los tres muy temprano y abrieron el negocio a las nueve de la mañana, aproximadamente.

Luego de una hora los clientes comenzaron a llegar. El primer día fueron pocos pero con el pasar de los días el negocio se fue llenando.



A la semana, durante la cena, comenzaron a sacar cuentas y ver cómo les había ido con  la recaudación del dinero.

Se dieron cuenta que el pequeño negocio había sido fructífero y que era un muy buen emprendimiento familiar. Además, los había unido mucho como familia.

Marisa y Juan le agradecieron a Pedro por no rendirse a pesar de los obstáculos que se fueron presentando, entre ellos, su desconfianza hacia él. La perseverancia de Pedro y la capacidad de la familia para trabajar como un equipo de trabajo fueron esenciales en este logro.




Mariel Amaya 5º4º- Escuela Normal Tomás Godoy Cruz -2012 © all rights reserved
 

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