miércoles, 17 de octubre de 2012

Todo por amor



Esta historia comienza en Chalita, una fabella muy conocida de Brasil, donde día a día cada familia lucha por conseguir el pan de todos los días. 

En Brasil los circuitos de la economía social permiten la subsistencia de millones de habitantes. El apoyo del gobierno de Brasil a las economías domésticas y a los emprendimientos autogestionados permitió que entre los años 2001 y 2006 veintisiete millones de brasileños dejaran de ser pobres. 


Una información relevante para destacar la interacción “ayuda estatal-economías domésticas". No obstante las autoridades del país hermano son conscientes de que aún queda mucho por hacer lo que no desmerece para nada su logro: casi treinta millones de brasileños han dejado de ser pobres en los últimos años.

Sin embargo, no es tan fácil sobrevivir en su interior, ya que en las calles soleadas y veraneas de febrero es muy difícil esquivarle a las balas conflictivas. La inseguridad es importante, y vivir allí significa un constante riesgo.

Todos los días, ya sea mañana, tarde o noche, son largas las idas a los hospitales de sus alrededores. No existen las reglas o, si existiesen, igual habría conflictos en las playas de Brasil a cualquier hora del día y más si en ellas estaba Alé Junior.


No es que él fuera el problema de todo, sino que además de buscar venganza, luchaba mucho por conseguir qué comer y dónde vivir sin importarle las consecuencias. Él luchaba por su hermano, que vivía huérfano en los interiores de Chalita, ya que una noche de septiembre sus padres fueron asesinados y arrojados al mar. Se toparon con Michael, un tipo rudo, difícil de afrontar.


Todos sus días comenzaban iguales. Se despertaba apenas el sol le reflejaba en la cara. Era como un tipo de despertador levantarse diariamente de esta forma justo cuando daban las seis y el sol empezaba ya a asomarse.


Se levantaba, lavaba sus dientes, tomaba un baño, se cambiaba, todo a su tiempo. Desayunaba lo que había conseguido el día anterior, más específicamente, pan con algo de leche. Todo esto era sin dudarlo usurpado de algún mercado de la zona.

Después de todo esto, y sin quedar satisfecho, salía por más comida. Salía en la bicicleta rota y algo deteriorada que su hermano Amilton Junior le había comprado para su cumpleaños número dieciocho, hacía ya dos años. Amilton trabajaba en una panadería, que era también mercado, pero recibía una miseria de paga y no le alcanzaba para ambos, ni siquiera para él.

Los hermanos Junior eran como agua y aceite, tan diferentes que asustaba. Alé quería venganza y todo lo que hacía era para conseguirla. En cambio Amilton, quería que todo se terminara y se hiciera justicia. Pero era casi imposible y lo sabía.  Él pensaba de esa forma debido al lugar marginal de donde provenían.

En Chalita, sus padres habían sido víctimas del tan temido Michael. Víctimas, porque ellos sí eran buenas personas y trabajadores.

Alé sólo quería que, por una vez en toda su vida, lo que estaba tratando de hacer sirviera para poder dormir en paz. Que Dios y todos los santos los perdonaran, pero sus padres era lo que él mas amaba en la vida y Michael se los arrebató.

El mayor de los Junior, estuvo planeando la venganza. Desde esa noche donde perdió todo, todo lo que realmente amaba. Además de perder a sus padres, también perdió el control y se volvió muy obsesivo por poder conseguir lo que quería.


Anteriormente, él trabajaba como voluntario en un hospital, ayudando a recibir a las personas que venían con heridas de balas. Daba todo por tratar de ayudar y rezaba cada día para que nunca apareciera su familia en una situación como se encontraban las personas que llegaban allí. En otras palabras Alé era uno de los miles de jóvenes que trabajan como voluntarios para reconstruir la economía de Brasil hasta que la desgracia del delito llegó a su familia quien la sufrió en condición de víctima. Y, ahora, Alé planeaba cautelosamente su venganza para transformarse de víctima a victimario, en un sistema económica donde las mayorías populares son víctimas de los desaciertos en los que incurre la clase dirigente y de la ambición desmedida de los propietarios de las mega empresas y los bancos, estos últimos los legítimos victimarios de las desigualdades en el sistema global.


Ahora, él salía cada día en búsqueda del mafioso, y a la vez conocido Michael. Era parte del mercado negro, donde se encargaba de vender drogas y al tráfico de personas en toda la zona Norte. Era demasiado difícil encontrarlo y su gente era muy peligrosa como para meterse con ella.

Con todos estos puntos en contra, Alé quería no solo matarlo dramáticamente, sino también robarse todo el dinero que supuestamente los señores Junior le habían robado. Quería escaparse bien lejos con su hermano, y poder darle todo lo que sus padres nunca pudieron ofrecerle, ya que cuando ellos murieron, Amilton era sólo un bebé.

Una noche de febrero, ideó el plan perfecto. Sabía que cada primer jueves del mes, Michael regresaba a su casa a medianoche con todo el dinero que había juntado el mes anterior. Guardaba todo en su caja fuerte tan rápido como podía y se servía un café para no dormir por toda la noche y contar su dinero.

Alé lo estaría esperando dentro de su casa y lo asesinaría al instante con la navaja que el mismo les había robado a unos niños para defenderse. Tenía que ser sumamente silencioso y algo cuidadoso para no dejar rastro alguno, sino su gente lo encontrarían y seria cortado en millones de pedacitos.

El plan estaba en marcha. Ese jueves de abril, por la tarde, haría vigilancia y entraría a su casa, tratando de no dejar rastros. Así fue como todo iba perfecto, pero Michael nunca llegó.

Pasaron horas, con ellas la madrugada, y él nunca apareció. Entonces Alé decidió buscar la famosa caja fuerte, para que cuando llegara el mafioso no tuviera nada y muriera igualmente de un ataque al corazón. Se había salvado de la muerte en varias ocasiones y sufría de presión muy elevada.


Por fin encontró lo que buscaba, cinco millones de reales, exactamente, escondidos detrás del cuadro. Alé los tomó y se fue. Amilton no durmió en toda la noche esperándolo preocupado en su casa, porque le llegó el rumor de que Michael habría sido asesinado. El primer pensamiento que se le vino a la cabeza, era el de su hermano tratando de conseguir algo de justicia. La gente de Michael pedía recompensa si alguien sabía algo.

Nunca desconfiaron de él. Se marcharon juntos al norte, compraron un avión privado y una mansión frente a la playa. Nada volvería ya a ser igual y él viviría por siempre en paz, ya que él nunca mató, sino que el mismo cosechó lo que sembró. También pensaba que el dinero le daría algo de paz, y algo porque vivir junto a su hermano.


A partir de ese cambio de vida el gran desafío para los hermanos Junior era no dejarse tentar por las licenciosas tentaciones que una gran fortuna le ofrece a cualquier persona. Sino que era su deber y su responsabilidad honrar el buen nombre de sus padres y ayudar a los que menos tenían a través de donaciones y financiamientos a los sectores carenciados del Brasil de manera que muchas familias vulnerables económica y socialmente tuvieran un recurso genuino a partir de su trabajo y no tuvieran que delinquir para “comer un día más”. De esta forma nunca olvidarían cuál era su origen: el de una familia muy humilde, a la vez que podrían ver sus realizaciones en las sonrisas de muchos jóvenes que, gracias a tener padres con empleo, encontrarían en el fondo de trabajo de una unidad doméstica la mejor forma de aplicar su tiempo libre. 




Mariana Carocio-Escuela Normal - 5º4º-  -2012 © all rights reserved

PERSONAS QUE CONSIGUEN TRABAJO A CAUSA DE UNA QUIEBRA



Un día lunes como cualquier otro, Nicolás, dueño de una fábrica de remeras, se encontraban en el mismo lugar porque era hora de hacer ciertos arreglos



Llevaba casi dos días intentando reparar una maquinaria que era la que estampaba las remeras, que por cierto se había roto porque una remera había quedado dentro de la misma.

Luego de arduas horas de trabajo Nicolás se dio cuenta que la máquina no tenía arreglo, o que tal vez necesitaría de la ayuda de alguien más, por lo que decidió llamar a su padre, quien había sido dueño de otras tantas fábricas de remeras.

El padre de Nicolás, Federico, llego 2 días después, ya que vivía en otra provincia.


Al llegar a la fábrica encontró a su hijo cansado y agotado, por la tarea que le había llevado intentar el arreglo de la máquina.

Federico comenzó a recorrer la fábrica ya que el era casi un especialista, y notó que la mayor parte de las maquinarias tenían por lo menos una mínima falla.

Al notar esto, el padre comenzó a preguntarse y a preguntarle a Nicolás porque habría sucedido tal cosa, ya que eran máquinas nuevas y de buena calidad.

Nicolás, al ver tal cara de preocupación de su padre, decidió contarle la verdad, y decirle  que posiblemente había un defecto en las mismas, ya que estaban subutilizadas porque la venta de remeras había decaído y, en caso de mantenerse esa situación en el tiempo podría llevar a la quiebra de la misma fábrica.



El padre no podía creerlo,  sentía que su hijo había fracasado, en algo que él había llevado consigo mucho tiempo.

Luego de advertir el estado de las cosas, el padre decidió volver a su provincia para informarle a su mujer, Francisca, madre de Nicolás, lo que había sucedido.

Al llegar Federico  a casa lo primero que hizo fue informarle a su mujer lo sucedido, ella no pareció darle importancia, porque sabía que su hijo iba a salir adelante como siempre lo había hecho.

 Esto lo sorprendió a él, por lo que decidió regresar y ayudar a su hijo .Al regreso impuso ciertas tareas que debían hacerse para que la fábrica diera resultado.

 Le  propuso a Nicolás  que reclutara personas capaces de a hacer trabajos manuales en la fábrica hasta que se repararan las maquinarias, proponiéndoles  un contrato de trabajo, luego de un período inicial de adiestramiento en la empresa y del arreglo de las maquinarias. Su padre también  le solicitó que comunicara el cierre de la fábrica por un período de tiempo, y el motivo.
  
El plan funcionó muy bien como Federico se imaginaba, en un mes la máquina pudo ser reparada y también los defectos mínimos de las demás maquinarias.

No sólo fue beneficioso para padre e hijo, sino también para personas desempleadas que gracias a este problema consiguieron trabajo,  personas que no podían cubrir las necesidades básicas como alimentarse y vestirse, gracias a este “problema” se produjo un importante cambio en la vida de ellas.



La fábrica salió adelante, cada vez era mayor la demanda esto trajo como consecuencia que pudieran ampliarse las instalaciones de la empresa y  se aumentara la producción de remeras.

Debido a este crecimiento, Federico decidió ir a vivir con su mujer y su hijo a la misma provincia, donde tenían la fábrica, esto no solo los hizo personas adineradas, sino también los unió como familia, ya que todos dedicaban su tiempo a la fábrica y eran felices haciéndolo juntos.



Federico aprendió que no debía juzgar a las personas y menos a su hijo, y de ahí en adelante decidió apoyarlo en toda decisión que tomara, porque como su madre decía, Nicolás siempre iba a salir adelante.


Francisca decidió apoyar más a su marido y a su hijo, en este trabajo, tan importante para los dos, no sólo porque los había hecho crecer materialmente, sino porque los había hecho crecer como familia.


Nicolás aprendió la lección más importante, así como él había necesitado ayuda, habían muchas personas que también la requerían, y se sintió feliz de haber sido él quién se la brindó, con ayuda de su familia. Se dio cuenta que las necesidades de las demás personas eran tan importantes como las de él, y gracias a esas personas en gran parte él mantenía en ese momento su negocio en pie, lo que le permitía ofrecer nuevos puestos de trabajo las personas más necesitadas en la medida que la producción siguiera creciendo como hasta ese momento, personas que siempre eran bienvenidas.


JULIETA BULLAUDE -Escuela Normal - 5º4º-  -2012 © all rights reserved   

El valor del trabajo



Eran las seis de la tarde de un día martes, cuando Valeria y Valentín se encontraban en la fábrica de salsa que habían construido con su familia. 

Llevaban aproximadamente medio día tratando de arreglar una de las máquinas  que se había trabado durante el proceso de tapado de las botellas con salsa.
          

Luego de unas horas de trabajo, Valeria pudo observar que era imposible arreglar una máquina de tal tamaño solamente con su hermano, por lo que decidió pedirle a su padre que llamara a un especialista.

Ramón el padre de ambos hermanos, llegó a la fábrica luego de una hora de viaje, ya que la familia vivía a cuarenta y cinco kilómetros del lugar.

 Al llegar, encontró a Valeria y a Valentín dormidos al lado de la defectuosa máquina. Cuando se acercó para despertarlos notó que no era solo una de las máquinas que no funcionaba, sino todas.

Al encontrarse en esta situación despertó de forma alarmante a sus dos hijos bombardeándolos con preguntas. Los hermanos se levantaron del piso e intentaron tranquilizar a Ramón.


          
Una vez que  él se sentó y tomó un poco de agua, miró fijo el rostro de sus hijos y se dio cuenta que debía comunicarles el motivo de su alboroto. Lo que sucedía era que la fábrica iba camino a la quiebra, por lo que el dinero no alcanzaba para reparar dicha cantidad de máquinas.
        


Valeria y Valentín, al enterarse de esta noticia, quedaron paralizados. Valentín se sentó en un rincón y mientras se agarraba la cabeza, se preguntaba en voz baja, ¿por qué a nosotros?
          
Valentina, en cambio, tomó la mano de su padre y le dijo: 
 -No te preocupes papá, vamos a salir adelante todos juntos. Luego de un momento cada uno tomó sus cosas y emprendieron el camino a  su casa.
         
Al llegar a su hogar, Ramón y los dos hermanos decidieron que era necesario contarle dicha situación a Olivia, su madre. Ella los sorprendió porque que tomó la noticia con mucha calma, ya que estaba segura de que saldrían de ese problema como habían hecho siempre.
          


Al día siguiente,  la familia se levantó bien temprano y decidió idear un plan para poder sacar su fábrica adelante. De esta forma acordaron repartir tareas que llevarían a cabo de forma individual.
           
Valeria estaba encargada de ir al pueblo y buscar sponsors que estuvieran de acuerdo en donar dinero y, a cambio de esto, Ramón ofrecía ponerle a su fábrica el nombre que el proveedor quisiera.
       


Valentín debía comunicar a todos los obreros de la fábrica el cierre temporal de la misma y los motivos. Pero él, por su cuenta, decidió ofrecer a algunos de los trabajadores más allegados a la familia -que eran personas de una clase social baja - que los ayudaran a su padre y a él a reparar las máquinas. Ellos les ofrecerían las deliciosas comidas caseras de su madre todos los días.
        
El ingenioso plan de Valentín funcionó, por lo que Ramón y Olivia ya tenían entonces sus tareas asignadas. Durante un mes, el padre, el hijo y algunos obreros trabajaron en la reparación de la fábrica.
      

Valeria en cambio no había tenido éxito en cuanto a su tarea, pero de todas maneras no perdía la fe y seguía insistiendo. Durante un mes se levantaba temprano e iba al pueblo a buscar algún interesado que quisiera donar el dinero necesario, para que la familia pudiera comprar el material para volver a producir salsa, cuando estuvieran reparadas las máquinas.
     
Una mañana, Valeria decidió despertarse más temprano de lo habitual y salir a recorrer otros pueblos. Esta vez fue a Tunuyán y luego de andar por las calles y buscar negocios que escucharan su propuesta, estaba cansada de tanto caminar, llegó a un restaurante donde decidió sentarse a descansar y a comer algo.
          
Entró al lugar y se sentó junto a la barra donde fue atendida por un joven mozo. Lo que ella ignoraba era que el muchacho era el hijo del dueño. Valeria miró el menú y pidió solo una porción de pizza, el joven la miró y le dijo que podía elegir cualquier cosa del menú que no llevara como ingrediente salsa de tomate, ya que el negocio no contaba con un proveedor que los abasteciera con ese insumo.
      

Valeria saltó de felicidad y le dijo que su familia tenía una fábrica de salsa que había ido a la quiebra, pero para recuperarla necesitaban de alguien que les donara cierta suma de dinero y así podrían comprar nuevos materiales para volver a producir. El joven entusiasmado llamó a su padre y le comentó la situación.

Gabriel, el dueño del restaurante, se emocionó al escuchar tal historia y decidió donar el dinero para los materiales, por lo que la fábrica pudo volver a producir como lo había hecho en otros tiempos.


      
Luego de un mes de arduo trabajo, el restaurante de Gabriel vendió más que nunca y sus deliciosas pizzas se hicieron famosas en el pueblo. Por lo que, la fábrica de la familia Guzmán se hizo muy popular y requerida por una gran cantidad de vendedores y consumidores.


A partir de ese momento la familia nunca dejó de trabajar e inició una cultura del ahorro para adquirir en el mediano o largo plazo nuevas fábricas que le permitieran una mayor economía de escala y, en consecuencia, una mayor producción a menores costos

Además ofreció  nuevos  puestos de trabajo a personas necesitadas, ya que ellos habían estado alguna vez en esa situación y sabían lo que se sentía, por eso querían demostrarle al mundo que el esfuerzo propio vale mucho.


 La vinculación entre la fábrica de salsa y el negocio dedicado al servicio de restaurante dan muestra del enorme potencial que las redes de la economía social permiten a las pequeñas y medianas empresas. A través de compartir sueños y objetivos comunes, en otras palabras una visión de futuro, diferentes emprendimientos económicos pueden aunar sus esfuerzos para palear la crisis económica y lograr no sólo mantenerse sino también crecer de a poco en un mercado que cambia de manera vertiginosa y con el cual las empresas deben estar muy atentas para aprovechar este tipo de oportunidades como la que se le presentó a la familia Guzmán merced al denodado esfuerzo de Valeria cuyo trabajo fue muy valorado por su familia y además quedaría inscripto en la historia económica de este pequeño emprendimiento familiar.

Celina Bullaude-Escuela Normal - 5º4º-  -2012 © all rights reserved