martes, 21 de agosto de 2012

¿Te consideras uno más?


             Como ciudadanos consumidores, nos encontramos expuestos a diferentes actitudes abusivas por parte de los vendedores, tanto empleados como propietarios del negocio. Pero, realmente, ¿reclamamos en el momento adecuado?



             Existen numerosos casos en los que el comprador, por ahorrarse tiempo o discusiones,  evita efectuar reclamos. Sin embargo,  deberíamos comenzar a tomar conciencia sobre este tipo de estafas que se llevan a cabo día a día, no necesariamente cuando uno compra un producto mayor o de cierta importancia, sino incluso con los más pequeños.  Así, por ejemplo, cuando vamos a un kiosco y nos entregan el vuelto en caramelos o aspirinas. Pero, si pusiéramos un poco más de actitud positiva de nuestra parte y frenáramos estos fraudes, todo funcionaría de un modo mejor.



            Tal es el caso de los hiperpermercados, que son megaempresas que actúan como verdaderos oligopolios. Es en esos establecimientos generalmente  donde mejor  podemos observar este fenómeno, ya que suelen ponerse  de acuerdo entre ellos para subir los precios conforme con las ganancias que se pretenden obtener, sin consideración alguna por las necesidades de sus clientes.



             Días atrás justamente me encontraba yo en uno de ellos, junto a la góndola de las gaseosas. Observé detenidamente el precio de una  y, decidida a llevármela, la cargué en el carro. Luego me dirigí a la caja dispuesta a pagar y noté  que, cuando el cajero marcó la gaseosa, me estaba cobrando de más. De inmediato, yo le señalé que en la góndola se encontraba ofrecida a un precio más bajo y que yo lo había verificado tanto por los litros como por la marca. Llamaron a un encargado y fuimos juntos a constatar si lo que yo decía era cierto. Resultó que así era: yo estaba totalmente acertada. De inmediato, volvimos a la caja… pero  demoraron unos veinte minutos con la excusa de que tenían que hablar sobre lo sucedido con el gerente. Por mi parte,  esperé tranquilamente, pues no pensaba pagar de más. No obstante, las personas que se hallaban  atrás me reprochaban: “¿Por 25 centavos, tanto lío?” 



            En efecto,  podemos apreciar claramente en el caso referido cómo la gente, para ahorrar tiempo o evitar conflictos desgastantes, está dispuesta a aceptar una  estafa por más pequeña que ésta sea. 

            Se observa asimismo el incumplimiento del concepto de "reproducción ampliada de la vida" de la que hablamos cuando pretendemos la satisfacción de las necesidades y los deseos legítimos de todos los miembros de una sociedad, sino por el contrario: tiene una estrecha relación con la ambición desmedida del capital.


             ¡No permitamos que esto avance!  Sé que no soy la única que ha pasado por algo similar. Todos tenemos el derecho de reclamar. Como compradores, nosotros tenemos la última palabra; es nuestra la decisión de llevar o no el producto. Por ello, no nos dejemos estafar… Sólo nosotros mismos podremos lograr que situaciones de esta clase se reduzcan y desaparezcan de la sociedad actual.



Leticia  Chardullo - Escuela Normal - 5º2º  - 2012 © all rights reserved